CAPITALISMO Y PATRIARCADO: UNA ALIANZA QUE NECESITAMOS ROMPER

CAPITALISMO Y PATRIARCADO: UNA ALIANZA QUE NECESITAMOS ROMPER

Hace unas semanas hablaba con un amigo que me decía que la lucha feminista no es tan importante como la lucha de clases. Esta idea no sólo me la ha dicho él, sino que muchos otros compañeros de clase, amigos, familiares,... y me preocupa mucho que se haya perdido la noción de que el capitalismo y el patriarcado siguen casados por la Iglesia. 
El capitalismo y el patriarcado no son sistemas autónomos; están interconectados y perpetúan una doble explotación hacia las mujeres. La violencia hacia las mujeres ha sido mercantilizada por el capitalismo, convirtiéndose en industrias lucrativas como la prostitución y la pornografía, que a su vez perpetúan comportamiento nocivos hacia la mujer en el ámbito más cotidiano. Y para que el sistema en el que vivimos siga funcionando, va a intentar por todos los medios que esta violencia se vea como normal. Pero nosotras ya no estamos dispuestas a callar.
Es un asunto peliagudo que creamos que porque estemos en un país del primer mundo, en un país laico, donde podamos elegir los estudios que nos gustan, tener un trabajo y disponer de una cuenta nómina propia o realizar las actividades de ocio que más no apasionen, no existe una desigualdad inherente en los sistemas que predominan. Sin embargo, tengo veinticinco años y puedo echar una tarde entera hablando con mis amigas y compañeras y mujeres que me cruce en la calle sobre las vivencias desagradables -por catalogarlas de alguna manera- que hemos sufrido de la mano de un hombre, pero resulta que casi ninguno de nuestros amigos o compañeros tienen un colega que haya hecho ninguno de estos comentarios o comportamientos hacia mujeres, ni por supuesto ellos mismos ¡Qué descaro es sugerir a veces tal cosa!. No me salen las cuentas.
La construcción de la igualdad debe abordar tanto las formas explícitas como las implícitas de discriminación, porque lo que no se nombra no existe. La violencia psicológica se llama de esa forma porque es un tipo de violencia verbal y emocional; la violencia doméstica tiene ese nombre porque es la que sucede dentro de los núcleos familiares -la perpetre quien la perpetre: mujer u hombre-. Así pues, la violencia de género conceptualiza la violencia que se ejerce por los hombres contra las mujeres, cualquiera que sea la situación. No olvidemos que es una efeméride que nace de una lucha política que, entre otras cosas, comenzó denunciando estos hechos. 
A día de hoy persiste una presión social y una desigualdad normalizada en las relaciones cotidianas, una desigualdad institucionalizada muy sutil, que se convierte en una violencia muy potente en su última instancia.
El camino hacia una verdadera igualdad requiere educación, construcción de actitudes integrativas y un esfuerzo continuo para superar las discriminaciones sociales todavía presentes; y requiere ese esfuerzo también por parte de aquellos que tienen el “privilegio” en un sistema que los oprime igualmente. 
Como dice la periodista y activista Letty Cottin “Oprimidos los hombres, es una tragedia. Oprimidas las mujeres, es tradición”, pero asimismo hemos comenzado a ver que "la mejor respuesta a la violencia es romper el silencio"  (Michelle Bachelet), y sin duda, amigas y amigos, esto es un acto colectivo. 
Elena A. L. 


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